El jefe de gobierno de la Ciudad, Mauricio Macri, ya tiene presupuesto. No es el suyo, claro, ya que tuvo que escuchar a quienes son hoy su oposición en la Legislatura y realizar varias modificaciones.
El proyecto de ley anterior, que no salió en diciembre ni las pasadas semanas, es un buen ejemplo para continuar demostrando la ideología de oficialismo porteño. Cuando en las partidas presupuestarias de educación, salud o viviendas se preveían aumentos de sólo un 20 o un 25 por ciento, los contratos con las empresas privadas de basura se duplicaban. Sin contar las subejecuciones existentes, que provocaran, entre otras cosas, que cientos de colegios tengan unas condiciones edilicias paupérrimas.
La ciudad, y ya está demostrado, necesita un cambio profundo en sus ideas, pero sobre todo en su gestión. La inoperancia de los funcionarios porteños, no va más.
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